Parashat Bamidbar

Numbers 1:1-4:20

En el desierto estás solo, como mucha gente parece vivir sola, porque vive de espaldas a los demás, a todo aquello que le rodea. Como en el desierto, lo único que acierta a ver mucha de esa gente son los espejismos, que no son nada más que imágenes que se proyectan de aquello que más deseamos y necesitamos cuando estamos en medio del desierto. Los espejismos de sus pantallas les impiden ver a quienes les rodean, a aquellos con los que viajan, a aquellos que pueden necesitar de ayuda para seguir adelante. Y los espejismos que proyectamos impiden a su vez que los demás nos vean como somos, vulnerables, tristes, alegres, con nuestras luces y sombras.

Bamidbar nos recuerda que aunque estemos en el desierto, no estamos solos. En el primer capítulo se hace un recuento de todos aquellos que forman parte de la travesía del desierto. No es casualidad, estamos en el desierto y es fácil sentirse solo. Uno a uno, el recuento crea un censo de todos los que forman parte de la expedición. No se nombran a todos, por supuesto, a ellas no se las nombra, pero están.

Es tarea de cada generación sentirse como si hubieras estado en Egipto, pero también es tarea de cada generación recuperar todos aquellos, pero sobre todo, aquellas, que quedan en el espacio en blanco entre las letras negras: todas las historias, enseñanzas, tradiciones y personas que olvidamos poner negro sobre blanco, todos ellos y ellas continúan escribiéndose hasta nuestros días. Es tarea de cada generación, en definitiva, no vivir de espaldas a los demás, ya sean los que te rodean en el metro, en el bus, en tu trabajo, en tu familia, o en tu comunidad.

Shabat Shalom!