Parashat Bo
Exodus 10:1-13:16
וַיֹּאמֶר יְהֹוָה אֶל־מֹשֶׁה בֹּא אֶל־פַּרְעֹה כִּי־אֲנִי הִכְבַּדְתִּי אֶת־לִבּוֹ וְאֶת־לֵב עֲבָדָיו לְמַעַן שִׁתִי אֹתֹתַי אֵלֶּה בְּקִרְבּוֹ׃
“Entonces D-s dijo a Moshé: ‘Ve al Faraón. Porque he endurecido su corazón y el de sus cortesanos, para poder desplegar entre ellos Mis señales (...)’”
La noche anterior a salir a la libertad de Egipto, los israelitas estaban llamados a marcar las puertas de su casa con sangre de cordero. Nos dicen nuestras fuentes, y nuestros sabios, que marcar nuestras puertas era para que D-s reconociera nuestras puertas.
Sin embargo, otras interpretaciones plantean que -en realidad- marcar nuestras puertas era para que nuestros ancestros pudieran reconocerse a ellos mismos. Para que pudiesen ver sus esencias nubladas. Para conectar nuevamente con el ser libre que siempre fueron y que, al amanecer siguiente, volverían a ser.
La esclavitud nos obligaba a una pasividad eterna, que nublaba la inmenente posibilidad de una libertad inspiradora y creadora.
Solo cuando fuimos capaces de sacar afuera esa luz, esa libertad interna, y todo aquello que teníamos dentro; pudimos ser libres.
Quizás, ese endurecimiento del corazón del Faraón fue el gatillo que nos permitió reencontrarnos con nuestra verdadera identidad, con nuestra esencia más pura, con el espíritu creador y liberador que siempre nos caracterizó.
¿Hay algún momento en vuestra vida en el que hayáis sentido que D-s endureció el corazón de alguien contra vosotros mismos? ¿Alguna vez habéis sentido que D-s trajo plagas sobre vosotros, vuestras familia o incluso sobre el pueblo judío? Y, finalmente, ¿Cómo creéis que aquello ayudó a haber sentido que os liberaban de la esclavitud?
La invitación es darle al mundo todo lo que somos, con fuerza, amor, pasión y creatividad. La invitación, es a tomar los endurecimientos del corazón como motivadores para marcar las puertas de nuestra alma y, solo así, reconocernos.