Parashat Ki Tisa
Exodus 30:11-34:35
Dickens empieza su novela “Historia de dos ciudades” con una frase rompedora: “Era el mejor de los tiempos, era el peor de los tiempos.” Bien se podría aplicar dicha frase a esta parashá. Dios designa al mejor y más habilidoso artista, Bezalel, a quien, según leemos, le había dotado de abundante ingenio y habilidad para construir y embellecer el Mishkán. Cada uno de los miembros de la comunidad de los Bnei Israel aportarán lo mejor de ellos mismos para construirlo. ¿Y qué sucede? Que en un momento de descuido construyen su propio dios, un ídolo hecho de metal fundido. Era lo peor que podían haber hecho.
Moisés se descontrola y arremete contra su Pueblo, desatando su furia. Después de haber a placado la ira de Dios, Moisés es quien se ve incapaz de contenerse. Es Dios quien debe controlarle esta vez y enseñarle a tener paciencia, y así pasa delante de él y menciona Su Nombre dos veces. Según Rashi, una vez para mostrar su compasión con los futuros transgresores, y otra, para mostrar su compasión con los que transgreden y se arrepienten. En bRosh Hashanah leemos también que Dios es un Tzaddik en sus “maneras”, pero que, a la hora de actuar, es siempre “Jesed”, amable.
Una buena lección que no debe pasar desapercibida. Quizá solemos juzgarnos a nosotros mismos y a los demás con demasiada exigencia, pero tan importante es tal exigencia como que actuemos con amabilidad, que utilicemos lo mejor de nosotros mismos en los peores tiempos.