Victoriosa, de Yishai Sarid
Traducción al catalán a cargo de Roser Lluch, Club Editor.
Traducción al castellano a cargo de Ana Bejarano, Editorial Sigilo
“Escribo sobre cosas dolorosas, sobre cosas que me hieren, que me causan dolor, pero no lo hago desde fuera. No soy de la ONU ni de Europa, escribo desde dentro. Así que, aunque me oponga y piense que es una tontería, viviendo aquí en Israel, soy parte y asumo mi responsabilidad”.
En Yishai Sarid (Tel Aviv 1965), autor hasta ahora de seis novelas, tres de ellas publicadas en catalán, Limassol, El monstruo de la memoria y Victoriosa, le interesa trabajar en clave de ficción el desarrollo de su país. Lo hace a través de historias que, a partir de sus personajes principales, nos muestran el funcionamiento de las instituciones del Estado de Israel. Abogado y periodista, hijo de un diputado y ministro del gobierno, Yishai Sarid perteneció a los servicios de inteligencia de su país, fue oficial de el ejército durante los años ochenta y trabajó como asistente de la fiscalía del Estado.
En Victoriosa el objeto de su escrutinio es el ejército de Israel. La protagonista, Abigail, psicóloga especializada en el acto de matar y en traumas de guerra, ha hecho carrera militar y trabaja en la instrucción de los soldados y de los oficiales. Es ella quien diseña e imparte los cursos de capacitación a las jóvenes generaciones de reclutas para endurecerlas e incrementar su capacidad de matar atenuando al máximo los remordimientos y la culpa. Es ella quien afila con gran habilidad la capacidad más feroz de la tropa por soportar la sangre, los cuerpos destripados y las cabezas aplastadas y ser activos crueles y despiadados de la guerra. Es ella quien prepara las «simulaciones de cautiverio» para adiestrar en la resistencia física y psicológica a las torturas y humillaciones en caso de que caigan en manos del enemigo.
En la novela, Abigail narra el periplo de este entrenamiento mental y físico, sobre entrenar a jóvenes soldados para que se dirijan a campo de batalla despojados de miedos e inseguridades. Al mismo tiempo, surge una necesidad de protegerlos del daño psicológico con el que pudieran volver del enfrentamiento; el texto transporta al lector a las atmósferas de lo que el propio Sarid fue testigo.