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Haim Casas: el primer rabino cordobés en 500 años

Rabbi Haim Casas de Córdoba. Así firma desde el pasado 2 de julio el nacido como Jaime Casas (Córdoba, 1981), un sefardí del siglo XXI que acaba de ser ordenado rabino en Londres. Un hecho histórico porque hace más de 500 años que no se ordena a ningún jefe espiritual de la comunidad judía nacido en esta ciudad que lleva a gala sus tres culturas y que conserva huellas de Sefarad como la Judería o Sinagoga. Una anécdota que quedará en tal porque Haim ejercerá como rabino, a partir de septiembre, en la ciudad francesa de Lyon.

De padre y abuelo militar “a la antigua usanza”, abuela que entonaba canciones de Ramón Medina y otro abuelo culto y enamorado de Trassierra, Haim creció entre Córdoba y Cádiz, estudiando Derecho en Sevilla. “Me crié entre las olas del Atlántico, el carnaval, el olor de los pinos de Trassierra, el mayo cordobés. Si esto no fuera poco, cursé mis estudios de Derecho en Sevilla. Soy una mezcla de estas tres ciudades… sólo cuando se comprende esto se puede entender mejor quién soy”.

Asegura que gran parte de lo que es, su espíritu abierto y tolerante, se lo debe a la católica institución Teresiana de Pedro Poveda. “Fueron las Teresianas las que despertaron en mí la pasión por la historia compleja y diversa de España. Lo más importante: me educaron para que yo encontrara mi propio camino”.

Un camino tan moderno como la personalidad de su abuela Modesta quien, cuando supo que Haim era gay y que tenía una relación con otro chico judío, lo único que le preguntó era si estaba permitido hacer el amor en Shabbat [el día sagrado de la semana judía]. A lo que él respondió que no solo estaba permitido sino que era recomendable.

P. Eres el primer rabino sefardí nacido en Córdoba desde hace 500 años ¿Sientes que hay algo de justicia histórica en tu ordenación?

R. No soy el primer rabino español, hay otros tres. Ninguno de ellos ejerce en España. Soy el primer rabino cordobés en más de 500 años. Es un hecho histórico pero no hace justicia alguna. De hecho, el que yo haya tenido que renunciar a Córdoba y marcharme a Londres para poder cursar mis estudios rabínicos es consecuencia de la destrucción de nuestra Judería. Si la Judería estuviera viva, habría en ella casas de estudio donde formarse. Todo ese legado marchó al exilio y enriqueció a otros países mientras el nuestro se empobrecía. Hoy día los judíos podemos vivir en España incluso ahora se habla de la famosa ley de nacionalidad para los sefardíes. Pero la realidad es que para tener una buena educación judía tenemos que salir de España. El exilio cesará cuando el saber sefardí vuelva a resplandecer desde Sefarad al resto del mundo. Mientras esto no ocurra, podremos vivir físicamente en España pero la poesía, la filosofía, la literatura rabínica sefardíes seguirán en diáspora.

Mi primer encuentro con la cultura judía fueron los paseos de niño con mi abuelo Antonio por la Judería de Córdoba

P. ¿Cómo has llegado hasta aquí y cuál es tu primer recuerdo con la cultura judía?

R. Mi primer encuentro con la cultura judía fueron los paseos de niño con mi abuelo Antonio por la Judería de Córdoba. Él me inculcó el amor por la historia de nuestra ciudad. Me llevaba a ver Maimónides, la Sinagoga, la Mezquita y siempre terminábamos con una tortillita en la Mezquita. Cada vez que voy a Córdoba repito este paseo como si de un ritual se tratase aunque ya no tomo tortilla porque me niego a comer en platos de plástico.

El camino hacia el rabinato ha sido largo. Es el fruto de muchos años, primero de encuentro con mis propias raíces judías, de reflexión, de viajes por la diáspora sefardí y después de activismo cultural y comunitario en la Casa de Sefarad y en mi comunidad Beit Rambam en Sevilla.

Ser aceptado en una escuela rabínica es muy difícil. Tienes que probar ciertos conocimientos previos, tener un compromiso firme por dejar a las futuras generaciones un mundo mejor al que hemos recibido, capacidad de entrega, servicio, liderazgo… Para entrar en Leo Baeck College necesitas cartas de recomendación de al menos tres rabinos, pasar exámenes de inglés y hebreo, tres día de entrevistas, examen psicológico… Una vez que eres aceptado te ves sumergido en un programa académico muy exigente al que hay que sumarle la formación vocacional y el trabajo comunitario. Mis días empezaban a las 6 de la mañana y no terminaban antes de las 12 de la noche. En raras ocasiones tenía un solo día libre. Los estudios los hacemos en Londres salvo seis meses que vamos a Israel. Las prácticas las hice en Inglaterra, Francia, Suiza y España, así que en ocasiones tenía clases de lunes a jueves y el viernes cogía un avión a Ginebra, Montpelier, Barcelona… Es un camino duro pero que nos prepara para ser fuertes y dar lo mejor de nosotros mismos a los demás.

Si la Judería estuviera viva, habría en ella casas de estudio donde formarse. Todo ese legado marchó al exilio y enriqueció a otros países mientras el nuestro se empobrecía

P. ¿Cómo será tu vida a partir de ahora?

R. Hay muchas maneras de vivir el rabinato. Algunos rabinos trabajan en fundaciones, colegios, hospitales o se dedican a la vida académica. Mi pasión es la vida comunitaria y la gestión cultural. En Septiembre me incorporo a mi puesto en la comunidad judía progresista de Lyon en Francia donde seré el único rabino. Este puesto va a tomar el 50 % de mi tiempo. El resto del mes trabajaré como segundo rabino para la comunidad de Ginebra donde me ocuparé especialmente de ayudar al rabino principal y de la educación de un grupo de niños y niñas de Lausanne. Por último, haré viajes esporádicos a Sevilla y Córdoba para continuar con la fundación del proyecto Makom Sefarad.

Un rabino comunitario vive 100% entregado a su comunidad. Nos encargamos de la vida religiosa, la educación, el ciclo de la vida, acompañar a los enfermos, favorecer una mejor relación con grupos perteneciente s a otras religiones, acompañar a nuestros miembros en sus alegrías y penas. Es una vida de entrega total en la que quizás la mayor dificultad sea encontrar tiempo para nosotros mismos, nuestra familia y también para continuar con nuestra formación. Yo suelo ser muy disciplinado y ordenado y siempre dedico tiempo para mi propio estudio, oración, deporte, familia y para pasear por Andalucía.

P. Háblanos de ese proyecto llamado Makom Sefarad

R. Mi misión consiste en crear comunidades donde todo judío sea bienvenido sin importar su nivel de práctica religiosa, origen, orientación sexual o ideas políticas. Crear espacios que favorezcan el encuentro de la diversidad. Por eso estoy creando una fundación llamada Makom Sefarad que promueve el encuentro del judío que visita España con el judío que vive aquí y el encuentro de judíos españoles con españoles no judíos. El compartir con quien es diferente de ti te abre a un mundo nuevo. El desconocimiento genera el miedo y el rechazo del otro. Solo seremos capaces de convivir en una sociedad plural si aceptamos que cada uno de nosotros es único e irrepetible.

Junto con esta misión mi vida está dedicada también a la protección y puesta en valor del legado judeo-español y a comprender y hacer comprender cómo todos los pueblos, civilizaciones, culturas, religiones con presencia en nuestra historia se han enriquecido mutuamente. Comprender y hacer comprender que las raíces de España son el resultado del más bello de los mestizajes.

Mi pasión es la vida comunitaria y la gestión cultural. En Septiembre me incorporo a mi puesto en la comunidad judía progresista de Lyon en Francia donde seré el único rabino

P. “¿Es la Torah universal o solo para los judíos? Tensiones entre el Universalismo y el Particularismo en la literatura rabínica clásica”. Este es el título de tu tesis, que pronto defenderás. Descríbenos en pocas palabras cuál es la tesis que planteas y si hay respuesta a esa pregunta.

R. Creo firmemente que la obligación de todo líder (religioso o no) en estos tiempos que corren es crear puentes que unan y no muros que separen. El diálogo interreligioso es hoy más necesario que nunca. Las identidades religiosas se han construido más sobre lo que nos separa que sobre lo que nos une. Y es en este contexto que yo me preguntaba ¿cuánto de nuestras respectivas tradiciones estamos a dispuestos a compartir con los demás sin esperar nada a cambio, es decir sin esperar que el otro se convierta o cambie su status personal?

La Torah es el libro sagrado por excelencia del judaísmo. Tradicionalmente el pueblo judío ve la Torah como un don de Dios al pueblo de Israel, como una herencia heredada de nuestros padres y madres que la recibieron en el Sinaí. Pero ¿es la Torah algo que pertenece exclusivamente al pueblo judío?

Esta pregunta generó numerosos debates entre los rabinos de los primeros siglos de nuestra era. El Dios de los judíos es universal, ¿Cómo es posible que entonces diera un conjunto de normas a un pequeño pueblo en exclusiva? ¿Cómo es posible que Dios sea Dios del universo pero escoja a un grupo en particular? Este dilema preocupaba inmensamente a los judíos de tradición helenística quienes eran conscientes que para que una ley sea considerada divina debe ser universal. Y la Torah solo es ley para los judíos. Esta tensión entre universalismo y particularismo sigue latente hoy día. Es importante por lo tanto reflexionar.

Mi tesis se ha centrado en algunos textos del Talmud y del Midrash. La belleza de la literatura rabínica clásica reside en ser un diálogo de voces a veces discordantes entre sí. Los editores del Talmud no quisieron censurar opinión alguna sino integrarlas todas en un mismo debate. El estos textos vamos a encontrar rabinos que dicen que el no judío que practica la Torah adquiere la dignidad del Sumo Sacerdote. Otros, sin embargo, defienden que el no judíos sólo puede poner en práctica aquellos preceptos que fueron dados a la humanidad en la generación de Noé. Finalmente encontramos aquellos rabinos cuya visión es exclusiva y llegan a defender la condena a muerte de un no judío que practique la Torah. Lo fascinante es que todas esas opiniones coexisten unas junto a las otras.

El Talmud nos enseña que debemos tener un corazón de muchas habitaciones donde todas las opiniones tengan lugar. ¿Pero cuál debemos poner en práctica?Tanto lo particular como lo universal forman parte de nuestra narrativa. Podemos encontrar dentro de la tradición judía ejemplos de universalismo y particularismo, tal vez porque es la naturaleza del judaísmo. Podemos encontrar fácilmente textos para apoyar la exclusión del otro, pero tenemos que ser honestos y no “culpar” al judaísmo por ello. Finalmente, es nuestra responsabilidad elegir de una forma u otra, encontrar una manera de permanecer plenamente nosotros y, al mismo tiempo, compartir nuestra identidad con los demás.

Córdoba, al igual que el resto del mundo, camina hacia ser un lugar de encuentro de la diversidad

P. ¿Cómo definirías tu relación con Córdoba?

R. Cuando pienso en Córdoba me acuerdo de lo que la canción de Ana Belén dice de España [camisa blanca de mi esperanza]… en ese sentido Córdoba es muy española: unas veces es madre pero siempre es madrastra. Amo a Córdoba con toda mi alma. Allí descubrí que mi identidad es compleja: un árbol con raíces romanas, andalusíes, castellanas, moriscas, gitanas y judías. Las ramas de mi árbol brotaron como judías y por eso soy judío y rabino, pero las raíces de mi vida son un caravasar de culturas diversas. Córdoba y Cádiz son mi matria, a ellas les debo todo lo que soy. Cuando no estoy en Córdoba me siento en el exilio…pero cuando vuelvo quiero salir corriendo. Supongo que tengo una relación complicada con la ciudad que me vio nacer, pero ¿acaso no es complicado el amor?.

Tengo pensado volver a Sevilla y Córdoba en Octubre para realizar actividades con mi fundación Makom Sefarad.

P. ¿Volverá a ser Córdoba un faro de encuentro entre religiones y culturas? ¿Eres optimista?

R. Soy optimista por naturaleza. Pero ello no me lleva a ignorar la difícil realidad en la que vivimos y el peligro que nos acecha. Córdoba no es extraña al mundo en el que vivimos. Un mundo interconectado y más plural que nunca. No se trata solo de diversidad religiosa o cultural, el mundo de hoy es un mundo donde el individuo toma decisiones y decide por el cómo quiere vivir. Hoy junto a la diversidad religiosa o cultural coexisten la diversidad de orientación sexual y de ideología política. Córdoba, al igual que el resto del mundo, camina hacia ser un lugar de encuentro de la diversidad. Nuestra responsabilidad consiste en hacer lo necesario para que ese encuentro no sea un “encontronazo”. En este sentido los líderes políticos y religiosos tenemos una gran responsabilidad. Tenemos la opción de ser parte del problema o parte de la solución. En el siglo 21 no hay alternativa viable a la diversidad. La sociedad del futuro será diversa o no será. No hay plan B.

Mi misión es comprender y hacer comprender que las raíces de España son el resultado del más bello de los mestizajes

P. ¿Qué cosas te hacen feliz?

R. Soy un enamorado de la música, la lectura, los perfumes, las flores… la belleza. Disfruto con lo pequeño siempre y cuando tenga un significado especial. El vino nunca falta en mi mesa y no hay cosa que disfrute más que reunirme con mis amigos de Córdoba en torno a un mediecito. Soy un viajero, nunca hago turismo. Viajo para descubrir otras culturas, religiones… para encontrarme con personas que sean diferentes a mí. Y sobre todo viajo para abrazar a aquellos que amo. Encuentre donde me encuentre siempre creo hogar y lo mismo me siento en casa en Tánger como en Roma, Jerusalén o Londres. Mi segundo país es Marruecos, lugar al que voy para encontrarme con Sefarad y Al Andalus en exilio.

P. ¿Cómo te ves de mayor?

R. Cuando sea viejecito me llevaré todos mis libros a una casita en un pueblo de Cádiz y allí recibiré a quien quiera conversar de lo divino y lo humano. Saldré todos los días a rezar al campo o a la playa. Y el bar del pueblo será mi punto de encuentro. Mi sinagoga particular.

Creo firmemente que la obligación de todo líder (religioso o no) en estos tiempos que corren es crear puentes que unan y no muros que separen

Tags: Haim Casas, Rabino,
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