El viaje de una voluntaria
Unidos con Israel ahora y siempre
Tras el devastador pogromo del 7 de octubre que azotó al pueblo de Israel, siento un llamado urgente a solidarizarme con ellos y demostrarles que no están solos en su sufrimiento. Mi viaje a Israel se convierte en un acto desesperado por preservar la esperanza y la bondad en el mundo, en un intento por contrarrestar el odio que aún persiste. Mi motivación surge del profundo dolor causado por el antisemitismo, una aflicción que me ha marcado profundamente. La maldad del mundo me perturba y me llena de impotencia, pero me impulsa a tomar acción en defensa de la vida en todas sus formas.
Mi visita a Israel tiene múltiples propósitos: honrar la memoria de los caídos, sumergirme en su cultura y su historia, y ofrecer mi apoyo y solidaridad al pueblo judío. Recolectar naranjas, cosechar fresas y empaquetar alimentos para los necesitados son gestos concretos con los que contribuyo. Además, estoy comprometida a escuchar sus testimonios, brindar consuelo y aliviar, aunque sea un poco, su dolor compartido. Lamento profundamente que algunos me consideren cómplice de un genocidio por mi herencia judía, cuando en realidad esta herencia me impulsa a defender la vida y a luchar por la justicia.
Mi corazón se estremece al bailar y cantar en hebreo, anhelando mantener viva la esperanza de un país que clama por la paz y el amor al prójimo. Decido aferrarme a esa promesa de un futuro mejor, rechazando la maldad que intenta oscurecer nuestro camino. Mi motivación está alimentada por un profundo sentido de horror ante las injusticias, pero también por una firme creencia en la posibilidad de un mundo más justo y compasivo.
Estando allí, fui testigo de la gratitud y la esperanza en los rostros de nuestros hermanos en Israel. En todas partes, escuché mensajes de optimismo y resiliencia, sin ningún odio o venganza. Nos necesitan, y nuestra presencia y ayuda son un consuelo esencial en tiempos tan difíciles. Nos comprometimos a compartir nuestras experiencias y a ser embajadores de la verdad sobre Israel. Este viaje quedará grabado en nuestros corazones para siempre, y espero que inspire a otros a unirse en solidaridad y compasión.
¡Que viva Israel! Que su luz y su espíritu de unidad iluminen nuestros caminos y nos guíen hacia un futuro de paz y justicia para todos.
¡Am Israël Haï!
Carine Emsellem