Mensaje de Rabi Felipe Yafe para las Altas Fiestas de 5778
Estimados amigos de ATID,
Permítanme presentarme.
Mi nombre es Felipe Yafe y tendré el gusto y honor de compartir con ustedes en Atid la vivencia espiritual de las próximas Altas Fiestas.En la tradición de Israel, el tiempo, no se concibe como una entidad absolutamente inasible. Los distintos momentos que se suceden en su dimensión y muy especialmente el del advenimiento de un nuevo año, proponen señales respecto de las cuales el judío es llamado a preparase para recibir lo que se le estaría ofreciendo. Desde esta instancia, lo que se le presenta, siempre estará indefectiblemente vinculado tanto con lo espiritual como con lo tangible de su existencia. En este sentido, el calendario hebreo ha sido, desde siempre, una guía esencial para el acontecer en la vida de nuestro pueblo. Cada estación o momento del mismo es una invitación a que reveamos la realidad en la que nos encontremos con la intención de que nos animemos a modificar aquellas conductas o actitudes de nuestras vidas donde la armonía y el balance estén ausentes. Este aspecto de nuestra práctica judía, es brillantemente expresado por Abraham J. Heschel en su libro “El Shabat y el hombre moderno” cuando, haciendo referencia al día sagrado del descanso, nos explica:
“El tiempo es como una vasta planicie árida. Posee grandiosidad pero no belleza. Su extraño e inquietante poder es siempre temido pero nunca lisonjeado. Y entonces arribamos al séptimo día, el shabat. Este trozo de tiempo exuda felicidad y dicha para quienes lo reconocen. Envuelve el alma, permitiéndole deslizarse hacia nuestros pensamientos como un bálsamo sanador. El shabat es un día donde las horas no expulsan a las que las precedieron para ocupar su lugar. Es un día donde la posibilidad concreta de sosegar angustias y tristezas, se vuelve más real”.
Cuando estamos por ingresar a un nuevo año, instancia ésta, obviamente, vinculada al transitar del tiempo, mucho de lo que es referido por el mencionado autor se vuelve insoslayablemente vigente. En ese momento, como en una suerte de “Shabat extra-ordinario” Rosh Hashaná y Iom Kipur se erigen frente a nosotros como forjadores de climas y sensaciones muy especiales las cuales a la vez, retan y hacen trepidar nuestras almas. La percepción de que se abren nuevas oportunidades, tanto individuales como colectivas para enmendar y así volvernos mejores personas, para renovar donde un lastimado ayer pueda dar paso a un saneado hoy, de reparar donde hace falta o de reconstruir donde una afrenta pudo haber producido un quebranto, es todo un desafío para nuestro conformismo cotidiano. Es en este tiempo donde nuestras ansias y esperanzas claman por respuestas volviéndose más tangibles que nunca. No obstante lo grandioso de ello, lo más maravilloso de todo es que desde la tradición judía se nos ofrece vivenciar toda esta aventura del espíritu, juntos y en comunidad.
Hilel el sabio solía decir a sus discípulos: “… nunca te separes de la comunidad” (Avot 2:4) Es precisamente desde ese lugar que deseo invitar a quienes así lo elijan, a acompañarme y sumarse a nosotros para recibir al nuevo año hebreo 5778, juntos.
Afectuosamente,
Rab. Felipe Yafe