YOM KIPPUR 5785
¿Cómo explicar a un niño qué es Yom Kippur? No para que sepa la teoría y de una explicación más o menos coherente que satisfaga al rabino, sino para que interiorice la experiencia de los Yamim Noraim que culmina en Yom Kippur. Es muy difícil, hasta a los adultos nos faltan palabras para poder explicar lo que sentimos o lo que nos pasa en Yom Kippur y por qué es tan importante.
Aprendí de Rabbi Kucera que una de las mejores actividades que hay para que los niños aprendan qué es Yom Kippur son los laberintos donde los niños tienen que “encontrar el camino a casa” o ayudar a algún animalito a “encontrar la salida” del laberinto. Supongo que a lo que se refería con esa actividad era que en Yom Kippur uno debe haber completado su teshuvá, su retorno, por así decirlo, y la actividad del laberinto mostraba a los niños, jugando, esa idea. Pero, no es lo mismo encontrar la salida de un laberinto a encontrar el camino a casa. ¿Es la teshuvá una salida o un retorno a casa? Si en lugar de una actividad para niños, fuera una actividad para adultos, ¿qué implicaría para nosotros el laberinto?
La RAE define un laberinto como un “lugar formado artificiosamente por calles y encrucijadas, para confundir a quien se adentre en él, de modo que no pueda acertar con la salida”. Los sinónimos o afines a la palabra laberinto serían: maraña, enredo, embrollo, caos, confusión, lío, entre otros. Es decir, en castellano, la palabra laberinto denota una cierta confusión, un lugar en el que resulta difícil orientarse, y que supone un obstáculo para encontrar la salida.
Curiosamente en inglés, en cambio, tenemos al menos dos palabras que equivalen a lo que en castellano denominamos laberinto: labyrinth y maze. Y no son lo mismo. La definición de labyrinth según el diccionario Cambridge es idéntica a la de la RAE, pero la de maze es diferente. Un maze se define como “un complicado sistema de caminos o pasajes por los que la gente transita para tratar de encontrar la salida por puro entretenimiento”. Es decir que un laberinto es un lugar en el que uno trata de encontrar la salida del mismo, ya sea para encontrar una salida a un embrollo, ya sea por puro entretenimiento, aunque hay dos palabras distintas para definir cada uno de ellos. Ya no solo se trata de encontrar el camino a casa o una salida, sino de hacerlo en un estado de confusión, o bien con ánimo de entretenerse.
En hebreo, la palabra laberinto no existía como tal hasta que Eliezer ben Yehuda acuñó la palabra: מָבוֹך[maboj], que proviene de [boj], que podría traducirse como confuso o perplejo, más el prefijo que le acompaña. A muchos os sonará la raíz de esa palabra ya que da título en hebreo a Moré Nebujim o Guía de los Perplejos de Maimónides, que lo escribió precisamente para guiarnos en el camino de la Halajá, para que encontráramos una salida al embrollo de los textos talmúdicos, por así decirlo.
Pero volvamos a la metáfora del laberinto como un lugar en el que vamos a sentirnos confusos o perplejos, siguiendo a Maimónides, y con muchas opciones para encontrar una salida, siguiendo un camino de prueba/error, utilizando nuestra memoria para contarnos dónde estamos, por dónde hemos pasado, hacia dónde nos dirigimos, etc. O como un lugar donde transitamos con el propósito de pasar un buen rato mientras tratamos de encontrar la salida, o el camino a casa. ¿Qué pasaría si en lugar de transitar por las calles y pasajes del laberinto, derribáramos todas las barreras que lo conforman?
Según el Dr. Shlomo Deshen, catedrático de antropología de la Universidad de Tel Aviv, Kol Nidrei es uno de esos lugares ubicados en un espacio temporal de nuestras vidas en el que caen todas las barreras entre los seres humanos y Dios, entre nosotros, entre los justos y los transgresores, entre la vida y la muerte. Entramos en otra dimensión en la que traspasamos las barreras que nos rodean, ya sean las que nos aferran a nuestro yo, como al mundo que nos rodea, y nos encontramos en un momento sagrado y trascendental que nos permite ver con claridad y entrar en contacto con nuestra esencia. Es como si en el laberinto de la vida, de repente estuviéramos en el centro, derribando las barreras que lo conforman para ver claramente hacia dónde nos dirigimos.
En Yom Kippur ya no transitamos por ese laberinto de la vida o del último año que nos ha traído hasta aquí, hasta este día; ya no nos sentimos confusos o perplejos ante las calles y los pasajes que puedan obstaculizar nuestro camino, ya sea a casa, o hacia la salida. En Yom Kippur somos capaces de derribar las barreras que nos rodean y trascender a ese laberinto, a ese caos de confusión e incertidumbre que es la vida y nos centramos en el aquí y ahora. Y todo eso empieza al oír Kol Nidrei, la más poderosa expresión de la palabra, capaz de derribar las barreras que nos impiden ver la salida o el lugar al que pertenecemos, para que tengamos por delante un día entero conectados con nosotros mismos, quienes nos rodean y aquello que se encuentre más allá de todos nosotros, y así decidir quiénes queremos ser y cómo vamos a lograrlo, ya sea dirigiéndonos a la salida o volviendo a casa.
Gmar Jatimá Tova!
Rabina Irene Muzas Calpe